El 8 de diciembre de 1841 sucedió el famoso episodio de la vida de Don Bosco en que Bartolomé Garelli sonrió cuando aquel cura descubrió que había algo que sabía hacer bien. Las primeras preguntas que le hizo obtuvieron respuesta negativa. Sólo sabía silbar. Y a Don Bosco no le importó aquel pingüe comienzo porque era suficiente para construir a la persona. No lo consideró un edificio ruinoso, sino la primera piedra. Es un interesante espejo en el que los educadores salesianos debemos mirarnos.
Con ese espíritu nace este Modelo. Queremos definir, construir y proponer un Modelo de Evaluación Salesiana: el MES. Estilos de evaluación hay muchos, pero salesianidad sólo una, así que como educadores herederos de Don Bosco, queremos que su esencia se refleje en todo, también en la manera de evaluar a nuestro alumnado, convencidos de que no se trata de juzgarlos, sino de acompañarlos en su proceso de madurez.
Por eso hacemos opción por la evaluación auténtica, un instrumento más en el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos y alumnas. Queremos aprovechar la dinámica de los cambios para profundizar en este concepto y mejorarlo con el fin de romper la inercia de lo que, en ocasiones, podríamos estar haciendo por pura costumbre. Cambiar la visión de la evaluación nos va a permitir mejorar lo que venimos haciendo y abrirnos a otras realidades.
Proponemos toda esa reflexión en este documento, que es fruto del trabajo de una comisión de educadores entusiastas, enamorados de su vocación. Y lo hemos hecho porque somos conscientes de que la evaluación determina otros muchos aspectos de aquello que hacemos en el aula: “Dime cómo evalúas y te diré cómo aprenden tus estudiantes”.
En un contexto cambiante y una sociedad líquida, en medio de una pandemia mundial, os ofrecemos este Modelo de Evaluación Salesiana que mira tanto la tradición como la modernidad, lo antiguo y lo nuevo, lo mejor de antaño y lo más cercano a nosotros de entre lo reciente.
Esperamos que el MES nos ayude a hacer realidad el sueño de Don Bosco. Nuestros colegios no pueden ser juzgados que sentencian, sino casas de acogida que refuerzan la dignidad. Por ello, no evaluamos personas sino procesos. Y las notas no premian ni castigan, sino que nos ayudan a acompañar a nuestro alumnado en el proceso de construcción de su propia personalidad.